Oscar Wilde : "El abanico de Lady Windermere"
Entre los géneros literarios que escribía con una capacidad y brillantez creativa, Oscar Wilde escribió cuatro comedias. Una de ellas es “El abanico de Lady Windermere” -comedia en torno a una mujer buena- obra teatral escrita en 1892. El escritor irlandés se desenvolvía en los círculos aristocráticos y aprovechaba narrar acerca de ellos, reflejando agudeza e ironía de tal forma que era famoso por su ingenio.
Además de la proliferación de frases lapidarias de ingenio y de un sutil corte cínico, la trama está perfectamente estructurada sobre los apuros de una dama de recto pensamiento al descubrir las relaciones de su marido con una mujer de controvertida reputación y el vuelco que da la situación al entrar en contacto con ella. Pesa notablemente esa ingenua visión de cristiano sacrificio que, a juzgar por sus cuentos infantiles (El príncipe feliz, El gigante egoísta), obsesiona al autor.
El día de su cumpleaños, además del regalo de un abanico por parte de su esposo, la joven lady Windermere recibe la noticia de que su marido está pasando grandes cantidades de dinero a Mrs. Brlynne, dama casi cuarentona que ha aparecido últimamente en Londres con reputación de descocada. Confirma la noticia revisando los libros de cuentas de su esposo y se lo echa a éste en cara, negándose completamente a la pretensión que le manifiesta de hacerle el favor de aceptar a la mencionada señora en la fiesta de esa noche. A pesar de la negativa y amenazas de armar un escándalo, Lord Windermere se encarga de hacer la invitación y al llegar a la casa, lady Windermere no se atreve más que a hacer una mínima reverencia y evitarla. Una conversación entre susurros entre su marido y la señora acaban por rebelarla y hacer que se decida a aceptar la invitación de un galán arribista, lord Darlington que, conociendo la situación, la ha invitado a fugarse con él a otro país. Lady Windermere deja una nota contando a su marido lo que piensa a hacer y se marcha a la casa de Darlington. La nota es descubierta en primer lugar por Mrs. Brlynne, que la oculta y va detrás de ella. En la casa del seductor, a solas con ella, la señora se muestra muy tierna con ella y la persuade a no romper la felicidad que tiene con su marido y su bebé, dándole a entender que ella ha pasado por una experiencia similar. Cuando está casi convencida de que debe hacer caso y de que Mrs. Brlynne ni tiene una historia con su marido ni es tan mala como se dice, aparecen en la casa un grupo de amigos del inquilino, entre los que se encuentra Lord Windermere. Para evitar el escándalo, Brlynne pide a la Windermere que se escondan detrás de las cortinas y que se desliza a la calle en cuanto pueda y regresa a la casa de la que nunca debió salir sin que se note que ha faltado. Sin embargo, mientras los recién llegados charlan con lord Darlington, uno de ellos descubre en una mesa, olvidado, el abanico de lady Windermere. Cuando lord Windermere comienza a entrar en cólera pidiendo explicaciones al dueño de la casa, echando por tierra de nuevo la reputación que comenzaba a adquirir, Mrs. Brlynne sale de su escondite y pide que le devuelvan en abanico que por error se ha llevado de la casa de los Windermere. En el último acto, la sacrificada Brlynne acude a visitar a lady Windermere y devolverle el abanico, y en su conversación da suficientes pistas al espectador (y no a la otra) para descubrir que se trata de su madre, de la que su difunto padre siempre dijo que había muerto y que en realidad se fugó con un amante. Evitando la completa amargura de la sacrificada y el final infeliz, un pretendiente de Brlynne que se había echado para atrás ante el escándalo del abanico, rectifica y acepta casarse con ella con la única variación de irse a vivir fuera del infausto ambiente del Londres aristocrático.
Un abanico es la clave para entrar en el comportamiento de una sociedad que vive entre los chismes, intrigas, deseos, malas interpretaciones cinismo y secretos con una fineza de humor y concluir que el amor sale victorioso sea como sea.
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