domingo, 13 de marzo de 2011

Literatura Clásica. mitos

Autores como Homero, Esquilo, Sófocles, Eurípides son parte de los autores de referencia de la literatura occidental y obras como la Iliada, la Odisea, Edipo rey, Medea, forman parte del patrimonio común de toda nuestra literatura.
Grecia es la “madre” de Occidente, la raíz esencial de nuestro pensamiento y de nuestra cultura. De su ingenio y su herencia destacamos dos momentos claves en sus etapas literarias: la época primitiva (siglos IX a VI a.C., tiempos de la literatura homérica) y la época clásica (siglos V y IV a.C., los años de Pericles y de Alejandro Magno, momento estelar de la literatura y la filosofía griegas).

 Homero  
  Apenas si hay noticias sobre el primero y más importante de los poetas de la antigüedad. Creían los griegos que Homero nació en Quíos o en Esmirna, en la costa jonia –aunque hasta siete ciudades se disputan su cuna, posiblemente en la costa occidental de Asia Menor-, entre los siglos IX y VIII a.C.; y también se dice que era ciego (la leyenda explicaría así su nombre, que parece que común entre los cantores épicos). De él han sobrevivido los dos monumentos literarios más importantes del mundo antiguo, la Ilíada y la Odisea. Y además, probablemente, Homero ni siquiera fue el redactor de estas obras, sino sólo el compilador de un material más antiguo, cantos épicos cantados por “aedos” o rapsodas que, bien recitaban con cítaras y liras, bien improvisaban relatos de la época micénica sobre los reyes y jefes guerreros de tiempos heroicos. Homero tal vez fue el último y más importante de estos “cantores” de obras de carácter colectivo, y las recrearía dándoles una unidad de composición, de estilo y de contenido.
        La Ilíada y la Odisea pertenecen al género literario de la poesía épica, que cuenta los mitos de las grandes gestas de los antiguos héroes, violentos y aventureros, “los mejores de los humanos” semejantes a dioses, destinados al combate y la muerte. Unos hombres superiores de los que se guardará un recuerdo imborrable durante siglos gracias a sus brillantes hechos y a su fama inmortal. De estos “ciclos” (continuaciones de los asuntos homéricos y legendarios elaborados por diferentes autores durante siglos) los más conocidos entre los griegos eran el “troyano” (que incluye los relatos del juicio de Paris, la guerra de Troya, los “nostoi” de los monarcas griegos –el regreso trágico de la guerra troyana-), el “tebano” (centrado en la figura de Edipo), los “trabajos de Hércules”, el viaje de Jasón y los “Argonautas” en busca del Vellocino de Oro y otros como las historias sobre Perseo y Teseo.
  La Ilíada y la Odisea , por su parte, comparten además unas características peculiares de su género épico. Entre ellas se pueden destacar las siguientes:
  • Sin pretender escribir Historia, los poemas mezclan elementos arqueológicos (históricos, sociales, ...) de épocas diferentes, tanto antiguos como modernos.
  • Están repletas de largas digresiones, comparaciones, pasajes repetidos y fórmulas fijas, habituales en la épica oral. 
  • Reviven antiguas leyendas y relatos (mitología griega).
  • Se basan en el contraste de personalidades, pasiones y acciones de los protagonistas, contrastando la humanidad y la crudeza.
  • Describen solemne y sencillamente el mundo heroico de tiempos antiguos, sin intención de precisión histórica. 
La Ilíada
Es “el poema de la guerra, la furia y la muerte” y está compuesto por más de 15.000 versos repartidos en 24 cantos. Cuenta algunos sucesos de la primera parte del “ciclo troyano” –no todos- acontecidos durante la guerra de Troya, que sucedió aproximadamente sobre el año 1250 a.C.: el asedio que las tropas griegas dirigidas por el rey de reyes Agamenón hicieron sobre las murallas de la inexpugnable Ilión (Troya), la de los muros erigidos por el dios Poseidón y gobernada por el rey Príamo. Sin embargo, de los 10 años de asedio, Homero apenas si nos cuenta los episodios de un par de meses en el décimo año de guerra, la llamada “cólera de Aquiles”: el enfrentamiento del protagonista griego con Agamenón a causa de una esclava prisionera, Briseida; el retiro de Aquiles del combate y las consiguientes derrotas griegas, huérfanas del primero de sus héroes; la lucha de Patroclo con las armas del “pélida” y su muerte; el dolor de Aquiles y su retorno al combate para vengar la muerte de su favorito; por último, la derrota del troyano Héctor, cuyo cadáver es cruelmente arrastrado en torno a la ciudad, y la entrega de su cadáver al rey Príamo, para celebrar unos funerales apropiados.
Este es el argumento de la obra. El relato general del “ciclo” tiene su origen y su propio desenlace, su comienzo y su final, pero Homero sólo se detiene en un episodio lleno de escenas de especial relevancia: los brutales combates entre nobles, el llamado “catálogo de las naves” en el que se enumeran las fuerzas de los griegos, la despedida de Héctor y su esposa Andrómaca, o la asamblea de los dioses, presidida por Zeus, discutiendo sobre la suerte de los combatientes. En estos episodios se detallan con atención y solemnidad los rasgos de los personajes (y sus epítetos: Aquiles es “el de los pies ligeros”; Ulises “el astuto”, “el de muchos recursos”; la diosa Atenea “la de ojos glaucos”, etc.)., principales y secundarios, humanos y divinos, en torno a los cuales los dioses del Olimpo intervienen a favor o en contra de los bandos contendientes.La Ilíada es el reflejo legendario de una época ya pasada en la que valían la fuerza y la astucia, la rapiña y la guerra, la muerte heroica y rápida (el ejemplo del joven Aquiles), época en la que humanos y dioses actuaban al unísono para resolver las rivalidades de la tierra y del Olimpo. Una época, demás, que ha sido arqueológicamente datada gracias a los hallazgos de uno de los aventureros más apasionantes del siglo XIX: H. Schliemann, quien con la única ayuda del texto homérico fue capaz de encontrar en la colina turca de Hissarlik los restos de la antigua Troya, demostrando en 1870 que la ciudad sufrió una tremenda destrucción en el siglo XIII a.C., con lo cual quedaría probado que las historias que cantó Homero allá por el silo VIII a.C. tuvieron su germen real unos siglos antes.

La Odisea 
Si la Ilíada narra la leyenda de las guerras de los héroes micénicos, la Odisea es la historia de un viaje, paradigma de las grandes aventuras humanas que exigen enormes sacrificios personales y notables hazañas colectivas. El viaje de Ulises (u Odiseo), rey de la pequeña isla de Ítaca, que ayudó con sus muchas e ingeniosas argucias (él ideó, por ejemplo, la creación del fatídico “caballo”) al término de la larga guerra troyana. Pero Ulises, “el astuto”, el que se disfraza, el más inteligente e ingenioso de los monarcas griegos, sufrió como muchos otros reyes un castigo divino que le impedía regresar en paz a su reino.
 Y después de diez años de combate, anduvo errante durante otros tantos en soledad o con algunos de sus hombres por todo el Mediterráneo, a expensas de la ira del dios Poseidón, hasta que finalmente dio con sus heridos huesos en la isla de la ninfa Calipso. Pudo luego llegar a tierra de los acogedores Feacios, donde narró las aventuras y desgracias más famosas de la literatura: sus peripecias con los lotófagos (los que provocaban el irreparable olvido), el encuentro esperanzado con el dios Eolo, su enfrentamiento con el cíclope Polifemo (aquel de un solo ojo, engañado y cegado por Ulises-“nadie”), la maga Circe (que convertía a los compañeros del rey en animales), su descenso al Hades (el clásico mundo de los muertos en el que, entre las difusas almas de los difuntos, se encontró con el adivino Tiresias), su lucha con el desesperante canto de las sirenas y con los monstruos Escila y Caribdis, y la llegada a la isla maravillosa de Calipso. Acabado el relato, Ulises consigue llegar a casa, a su ansiada Ítaca, donde aún le quedan serios problemas por resolver: su fiel esposa Penélope confía en su llegada desde hace 20 años, pero está rodeada de nuevos y aprovechados pretendientes que invaden el palacio real. Ulises, disfrazado de anciano gracias a las artes de su protectora Atenea, logra entrar en su casa y acabar con los enemigos gracias a la ayuda de su hijo Telémaco.
La  Odisea es  un poema del amor y del heroísmo, símbolo del viaje que todo hombre debe hacer para encontrar su destino, la aventura de un héroe esforzado que intenta regresar a su patria, a su hogar, y que pierde compañeros y años, pero obtiene la recompensa de la fidelidad y la paz definitivas.

Y en ambas obras Homero ha dejado una huella que perdurará siglos, proponiendo unos temas que han de convertirse en universales: las grandezas y miserias del hombre, su sentido del honor, del odio, del amor, la amistad, la religiosidad, cristalizado todo ello en un maravilloso mundo poético.


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